miércoles, 22 de diciembre de 2010

El camino amarillo

Tomando el camino amarillo seguro se llega a algún lado, escuché y lo creí, así pues me pongo en camino, con la emoción de quien comienza un viaje épico y con mi cabeza llena de fantasías grandiosas. Mientras divago en el futuro, sin previo aviso, el camino se convierte en una "ye" bicolor, izquierda verde, derecha azul, indudablemente toca decidir.

Bien, decido tomar el azul, lo sigo con incertidumbre y siempre con el nervio de no haber desechado el camino verde erróneamente, sin embargo descubro un lugar extraño y bizarro, donde nadan patos azules junto a bosques azules cuyas frutas visten el mismo color. La vista es única e increíble. Intentando descifrar todo este mundo sigo el paso, emocionándome con cada nuevo hallazgo azul, hasta que a lo lejos noto un cambio de colores y es cuando me doy cuenta que he llegado a otra desviación. En él hay tres caminos, izquierda rojo, derecho negro, y violeta a la derecha, ha decidir.


Finalmente tomo el violeta. Expectante inicio la marcha, pero no muy tarde me detengo para maravillarme de lagos cubiertos por nubes violáceas, y junto a un lago un venado comiendo el pasto que enmarca el camino, que como era de esperarse también era violeta, tal como si hubiera sido derramada pintura de ese color y el viento la hubiera esparcido. Ojalá tuviera una cámara. Sin más, continúo caminando y contemplando el paisaje, para después de varias horas de camino y de acostumbrarme a ver todo monocromáticamente llego a una tercera desviación. Ahora son cuatro caminos, dos hacia la izquierda, marrón y anaranjado, y dos hacia la derecha, turquesa y blanco, decidir.

Decido tomar el turquesa, el camino es cristalino con destellos turquesas, pareciera que doy mis pasos sobre vidrio, pero a pesar de la belleza del lugar siento un frío intenso que parece cortar la piel, el fuerte viento es insoportable, acelero el paso sin fijarme ya mucho en el camino pero no logro ver algún refugio, entonces mis piernas empiezan a correr intentando escapar del gélido clima, parece que mi energía se termina y poco a poco mis pasos se vuelven más lentos, pero para mi fortuna también el viento va perdiendo fuerza, y el frío disminuye hasta por fin recobrar el clima agradable que antes había disfrutado. Reconfortado me detengo, pero solo para darme cuenta que he llegado a otra desviación, así es, ahora con cinco caminos, de distintos colores todos, en espera de que vuelva a decidir.

Frustrado y sin fuerzas decido sentarme y ver los cinco caminos esperando una señal. Apoyo mi espalda en una piedra hasta que los minutos se vuelven horas, pero ninguna ruta parece llamarme... ¿qué hacer? pues al parecer ningún camino lleva a algún lado, sólo a más caminos diferentes por elegir... ¿vale la pena?

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