lunes, 17 de enero de 2011

A veces

El limbo de pronto suena placentero, tranquilo y pacífico.

Las cosas deben tomar su rumbo. Son un río que fluye por donde le convenga. Yo, tan sólo soy un pequeño marinero en su diminuta barca que sigue la corriente. Tan sólo un tipo que toma sus remos y los usa exhaustivamente para no estamparse contra las rocas a su paso. No soy más que eso, no puedo controlar este río, tan simple como que no se puede ir en contra de algo tan grande al que no puedo ver ni su comienzo ni final.

En las noches calmadas izo mi vela. Todo alrededor es silencio. Es en esas noches cuando puedo ver las estrellas formando figuras mitológicas sacadas de mi mente, regalándome un espectáculo inmenso e impresionante hecho para mí, o al menos eso me hago creer.

También hay días para disfrutar, a veces los hay, y juego ahora con las nubes y el agua de mi río, mientras el viento trae consigo el recuerdo del aroma de la vida que existe sin necesidad de que lo sepa.

Hay días así. Hay noches así. A veces.

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