jueves, 2 de junio de 2011

Crónica

Empieza con un poco de sudor, sintiéndote atlético y en total contacto con tu esencia, la naturaleza misma de quien eres. El camino es recto, inclusive tiene pequeñas pendientes hacia abajo que motivan a ir a velocidades de otro modo impensadas. Claro que puedo con esto y más, una y otra vez ese pensamiento viene a la mente. Wow, seguro llevaré varios kilómetros.

Unas gotas empiezan a recorrer el rostro hasta gotear por todos aquellos surcos formando ríos entre las mejillas, la naríz, orejas y boca. Esta bien, es necesario ser exigido, y tener momentos que nos reclamen esfuerzo. Claro que puedo, se escucha una voz en el eco del consiente, generando pensamientos de éxito y satisfacción. Wow, seguro muchos no podrían aguantar tantos kilómetros como yo.

Acaso llueve? o ¿Por qué mi playera está empapada? Los ríos son océanos, mientras la boca forma un continente intentando permanecer a flote, y la naríz el faro de unos barcos inexistentes. La pendiente ahora es hacia arriba, el paso involuntariamente más lento. Ya quiero terminar con esto, como aguantar tantos kilómetros? Esto es demasiado!, un reclamo en proporcional crescendo fatigando hasta a la mente más disciplinada.

Al final tan solo sale un: Wow, que poco es lo que he corrido y me siento tan cansado.

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