con voz suave y estilizada
me lo repito por un buen rato.
No son palabras mágicas,
aunque por una buena vez
no caería nada mal que lo fueran.
vuelvo a repetir con un ritmo
digno de un monje tibetano.
Siento una sensación de bienestar,
abro los ojos, y pum! se fué,
tan efímera como un estornudo.
Todo tiene una razón, dicen,
tal vez sea porque es diciembre,
la temporada más feliz ya viene,
sin embargo para mí,
es otro mes de ansiedad
y desesperación.
Paz interior... paaaz interior...
mmmm,
puede que sea hora
de intentar algo más alopático.
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